viernes

El duende y el mago

Hay una luz invisible, intangible,
que me invade,
y calma de gozos mi pecho,
me llena, me acuna, me mima,
y arrastra mi espíritu
y la clava en el cielo.
 
De tanto contemplarla
mis ojos se ciegan,
y me pierdo, vacilo,
y olvido que existe
y esta siempre conmigo.
 
Lejos, las sombras, tinieblas,
miles de estrellas que buscan fulgor.
Sus luces, perdidas, sus pechos, vacíos,
ansían un destello, un soplo, un color.
 
Un duende de brisa
y de alma serena alumbra mi alma
y me regala esa luz.
Sus ojos que brillan
irradian belleza,
su alma es mi vida,
del sueño el glamour.
 
y si tengo la esencia,
de la dicha infinita,
¿por que siento pena
a pesar de la luz?
 
y sé lo injusta,
que soy con mi duende,
con las tristes estrellas,
con mi propia vida,
pero el peso de mi sombra,
me ahoga, me atormenta,
y me siento apagada y confundida.
 
 
Mi haz luminoso
ha de ser único.
porque albergo el calor,
de un solo destello,
y nace la angustia
al sentir otra estela
que baña con dichas,
y cantos mi cuerpo.
 
La manda un sirviente
de la fantasía,
un sueño de oro,
un mago del sol,
su claro reflejo,
la faz me ilumina,
su mar es el viento
su magia es amor.
 
Pero como dos haces,
a un tiempo fundidos,
luciendo en mi alma
no pueden vivir,
mi cuerpo se quiebra,
partido entre ambos,
y al verlos tan fuertes,
me siento morir.
 
Y al viento interrogo,
¿de cual me alimento?
¿cúal es mi destino, cúal es mi misión?
¿el duende del alba que me clava en cielo,
o el mago poeta que habita en el sol?
 

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