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sábado

Bienvenida

Dos iris de mar y tierra
abrazan la vida en un latido.
Se estremece, vacilan,
y por fín centellean en un segundo divino.
 
Despierta la brisa y la marejada;
palpita la tierra, y el aire y el agua,
arrastran ternura rasgando el silencio.
 
Amaneciste en la tarde,
pero el cielo está abierto
y rota la noche de piedra.
 
Tienes nieve en las pupilas, ya derretida.
Y el fuego que hiela, y el hielo que quema,
irradian el brillo que nada en tus ojos,
engendrando la esencia de la fuerza y la vida.
Bienvenida al país de los sentimientos.

viernes

El duende y el mago

Hay una luz invisible, intangible,
que me invade,
y calma de gozos mi pecho,
me llena, me acuna, me mima,
y arrastra mi espíritu
y la clava en el cielo.
 
De tanto contemplarla
mis ojos se ciegan,
y me pierdo, vacilo,
y olvido que existe
y esta siempre conmigo.
 
Lejos, las sombras, tinieblas,
miles de estrellas que buscan fulgor.
Sus luces, perdidas, sus pechos, vacíos,
ansían un destello, un soplo, un color.
 
Un duende de brisa
y de alma serena alumbra mi alma
y me regala esa luz.
Sus ojos que brillan
irradian belleza,
su alma es mi vida,
del sueño el glamour.
 
y si tengo la esencia,
de la dicha infinita,
¿por que siento pena
a pesar de la luz?
 
y sé lo injusta,
que soy con mi duende,
con las tristes estrellas,
con mi propia vida,
pero el peso de mi sombra,
me ahoga, me atormenta,
y me siento apagada y confundida.
 
 
Mi haz luminoso
ha de ser único.
porque albergo el calor,
de un solo destello,
y nace la angustia
al sentir otra estela
que baña con dichas,
y cantos mi cuerpo.
 
La manda un sirviente
de la fantasía,
un sueño de oro,
un mago del sol,
su claro reflejo,
la faz me ilumina,
su mar es el viento
su magia es amor.
 
Pero como dos haces,
a un tiempo fundidos,
luciendo en mi alma
no pueden vivir,
mi cuerpo se quiebra,
partido entre ambos,
y al verlos tan fuertes,
me siento morir.
 
Y al viento interrogo,
¿de cual me alimento?
¿cúal es mi destino, cúal es mi misión?
¿el duende del alba que me clava en cielo,
o el mago poeta que habita en el sol?
 

Mi antorcha griega

Creo en los momentos cumbres,
en los segundos que cambian vidas,
en los instantes extremos.
 
He cogido uno entre mis labios
y me ha invadido.
Después de una vida aprendiendo a volar,
he roto mis alas.
 
Y recuerdo amar la brisa y besar el vértigo,
soñar con llegar al Sol
y palpitar con el viento.
 
Demasiadas caídas...
 
El terror me miró alas ojos
y secuestró mi sueño.
 
Ahora maldigo al aire y detesto el vuelo,
odio la brisa y reniego del viento.
 
Entonces cae la noche,
y la Luna grita mi nombre
para llamarme a la altura junto a ella.
 
No puedo alcanzarla,
y ya no quiero intentarlo.
 
Hay no hay luz, ni sueño, ni tierra,
solo un vació que en silencio clama,
que me esconda entre las brumas,
para ser sólo una lágrima.
 
Y cuando y anada existe,
Y no queda otro mañana,
Cuando creo morirme,
Y caigo desesperada,
Mi antorcha griega me alumbra el alma,
Empujándome al cielo,
Para volar sin alas.
 
Ella es el hilo que me separa del abismo...
 
Sin su fuerza, sin su vigor,
No hay regreso ni hay camino,
Porque de tanto usarlo,
Se me gastó el valor,
Para seguir intentándolo.

Viajera





Estrella errante que conoce
lo infinito de su camino
vacía de pensamientos
en el incierto destino
 
Vendaval que abandona
la tierra de la belleza
mientras carga entre sus alas
la esencia de la tristeza.
 
Espíritu sin dueño,
que alimenta la promesa
de olvidar ese pasado
que aunque intenta no se aleja.
 
Golondrina viajera
herida por las alas
que la llevan de su nido,
que la apartan de su casa.
 
Como el agua del arroyo
que toca solo una vez
las piedras del río hondo,
sabe que no va a volver.
 
Extranjera en todas partes
habitante de la niebla
formada de los recuerdos
de otras tierras, de otras gentes
 
Enemiga de las sombras,
arrastrada hacia el destierro,
no puede ocultar sollozos
consumida por el miedo.
 
Coraz6n solitario
que no soporta cadenas,
pues si al partir se rompen
no podra resistir la pena.
 
Tú, que encuentras el valor
en el fondo de tu alma,
tú, que renuncias al amor,
cierra los ojos y ¡aguanta!

Tierra, aire y fuego

Aire:
Si fuera miel sería jalea,
Si pájaro, ruiseñor,
Si fuera aire sería brisa,
Si imagen, puesta del sol.
 
Pequeño ciervo si fuese fiera,
sería dulce al ser sabor,
lágrima si fuese agua,
amapola si fuese flor.
Si fuera perfume seria esencia,
si luz, estrella fugaz,
si jugo, selecto nectar,
si niño, Peter Pan.
 
Fuego:
Si fuese bosque, seria jungla,.
si fuese viento, seria huracán,
si fuese bestia, negra pantera,
si fuese roca, seria volcán.
 
Si fuera mar, ola gigante
si fuera ave, salvaje halcon,
cascada si fuese rió,
si fuera materia, seria visión.
 
Luna al ser planeta,
Eldelwais si fuese flor
isla si fuese arena,
agridulce al ser sabor.
 
Tierra:
 
Si fuese astro, seria Sol,
si paisaje, verde colina,
si flor, pequeña y silvestre,
si gesto, blanca sonrisa.
 
Si fuese música, sería ocarina,
si agua, joven regato,
corcel, si fuese animal,
si sabor, seria salado.
 
Tierra, es amistad,
aire, es amor, y fuego, fraternidad.

Macarena

Un grito en el vacío,
un sinfín en el destino,
un temblor en la espesura,
un lamento perdido,
 
y un horror en el silencio,
y un adiós en la esperanza,
y un jamás en el abismo,
y un gemido que se apaga.
 
¿Qué clamor arde en el aire?,
¿qué rumor es el que corre?,
¿qué dolor maldice al cielo,
y arrepentido se esconde?
 
Y dos gotas de roció,
brotan de la esmeralda,
y una voz dulce pregunta:
¿estás llorando, Maca?
 
Yo recuerdo en otro tiempo
que entre fulgores de plata
esas dos esmeraldas tristes
brillaban en tu cara,
y se oía entre el ruido
un cascabel dorado,
una canción morena,
un latir acelerado,
 
y un repicar de campanas,
y un susurro azulado,
y un murmullo caliente,
y un tintineo animado.
 
¿Qué amor era el que volaba?
¿qué esplendor de la alegría?,
¿qué dicha incontrolable,
cual agua fugitiva corría?
y dos notas chispeantes
brotaban de la rosa blanca,
y una voz dulce preguntaba:
¿estás riendo, Maca?
 
Entre la noche y el día
solo hay un instante,
entre la dicha y el dolor,
solo un filo cortante.
 
Abre tu corazón al mundo,
y arranca de é1 tu pena,
porque esa rosa blanca,
solo puedes florecerla tú,
Macarena.